La pasión más grande de mi vida es la música.
Ayudar a personas en sus aprendizajes me hace vibrar, sí. Pero antes de eso, mucho antes, lo primero que emocionó mi alma desde niña, fue el sonido incomparable de un piano de cola.
He interpretado piezas retadoras, pues tuve clases por varios años. Pero con frustración, sentía en el corazón que podía haberle dedicado más de mi a ese maravilloso instrumento que tanto quiero.
En lo académico y profesional, tomé cada oportunidad para ser mejor consultora, facilitadora y educadora. He acumulado experiencias que me llenan de satisfacción.
No obstante, yo quería llegar con el piano al mismo nivel de esas actividades.
Empujada por el temor de no poder recuperar el tiempo perdido, decidí fortalecer todo el conocimiento que tengo de la música: Teoría, gramática, audición, composición e interpretación.
Nada a tomarse en serio es fácil. La música me iba a exigir. Un músico domina -entre otras habilidades- la memoria, la destreza, la adaptabilidad, el manejo de la presión, la coordinación motora, el sentido del ritmo y la capacidad de análisis.
Pero un músico ama la música, con todo su ser. Estaba en mí dedicarme a ella como no lo había hecho antes.
Me organicé y seguí cursos accesibles con profesores particulares y completé un diplomado de técnica para piano. Ahora, estudio la carrera de música contemporánea en una escuela colombiana online a tiempo parcial.
Y algo que me conmovió -lo que me animó a escribir estas líneas- es que, entre mis compañeros de aula, encontré a ingenieros, abogados, administradores. Profesionales de rubros muy diferentes, quienes al igual que yo, no perdieron las esperanzas de formalizar su quehacer musical: ellos conocían su pasión y decidieron perseguirla.
Esto me hizo pensar en la importancia del equilibrio a través del conocimiento de nuestro propósito. No son pocas las personas a las que he escuchado decir no saber cuál es. La preocupación por los ingresos, las responsabilidades, las presiones familiares y la monotonía los terminaron alejando de su búsqueda de propósito.
Pero ahora, el manejo de este concepto es un tema vital de desarrollo, pues nos ayuda a escoger con sabiduría a qué dedicarnos, personal y profesionalmente.
El propósito nos lleva a la mejora continua, potenciando el presente y viabilizando el futuro.
Lastimosamente, cuando no somos conscientes de nuestro propósito, nos enfrascamos en iniciativas que se convierten en ladrones del tiempo y que no van con nosotros. Es muy común que aparezcan creencias limitantes en forma de murallas mentales. Frases autoimpuestas como “Ya no tengo edad “o “No tengo tiempo” o “No puedo cambiar” no hacen sino minar cualquier posibilidad de vivir nuestras ambiciones, inclinaciones y sueños. Y con ello, nuestro propósito muere.
Porque el propósito no es ser “Jefe de Unidad”, “Gerente General” o “Director”. No es aumentar ventas, ni ganar dinero, ni ser exitoso.
Harvard Business Review, en su libro “Propósito: Sentido mas pasión” lo resume como la manifestación de nuestra naturaleza. La honestidad hecha determinación. El camino a la realización donde no dejamos de crecer y quienes nos rodean crecen con nosotros. El propósito es esa realidad deseada a la que -a pesar de las renuncias- no podemos renunciar. Es nuestra esencia misma.
En mi caso, descubrí que mi propósito es ayudar a otros a encontrar su sendero de plenitud. Me demoré en entenderlo. Pero gracias a ese insight, me convertí en facilitadora. Para hacer que las personas conecten con su interior y descubran el aprendizaje que necesitan.
Tocando el piano, es posible que quien esté allí para escuchar, evoque recuerdos y emociones de significado muy personal. Y comunicarme con otros a través de la música es también una expresión de mi propósito.
Darle tiempo a la música hace que todo lo que hago en mi día sea mejor. Sonrío y me reto a la vez. Despierto por las mañanas sabiendo que entre mi piano y yo no hay barreras.
Encontrar el propósito es inexcusable si queremos alcanzar nuestro potencial. Involucra valentía para apostar por lo que nos llena. Es inyectarle aliento y gusto a cada rol que asumimos.
Frank Herbert, escritor literario, en su saga DUNE nos dice: “Si buscas la liberación, solo te convertirás en esclavo de lo que deseas. Si buscas la disciplina, allí encontrarás tu libertad”.
Démosle a nuestro propósito el esfuerzo, la voluntad y el espacio que merece. Busquémoslo, empujémonos a la acción y observemos como toda nuestra vida cambia.
Hagan realidad su verdadero ser. ¡Encuentren a su pianista!
Melissa Celis Malatesta
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